Lo comenté en la tertulia del Ateneo y en las últimas revistas, si la situación del Cádiz se mantenía y la imagen continuaba deteriorándose, lo lógico era que el presidente del club tomara medidas, a tenor de lo que se especifica en el sumario de la ‘Operación Líbero’. Y lo ha hecho: anuló el contrato con ‘Calambur’, empresa que preside Elena Pina y por la que Quique Pina cobraba sus servicios profesionales (entre ellos los 177.000 euros de su ‘sueldo’ en el Cádiz); y echó, con buenas palabras, al abogado que Pina se trajo del Granada, a Enrique Labrador.
Quede claro que su puesto está perfectamente amortizado en el club con el director general Pozas, y los también letrados Martín José García, Jorge Cobo y algún empleado más (fiel a Vizcaíno claro), pero la realidad es la realidad. La cuestión es ¿suma y sigue?…
Pina, metafóricamente en la sombra (no en la cárcel, sino sin dar la cara en primera persona), se mueve y sus ‘hombres’ en el Cádiz CF hacen el paripé porque aquí nadie se queda parado. En esta guerra fría y que está manchando la imagen del club, Pina trata de recuperar su posición y sus poderes mientras Vizcaíno protege el nombre del club y sus intereses. Una cosa les diferencia: uno está dentro del Cádiz; el otro, más fuera de lo que él quisiera. Al final, estarán los juzgados, pero el Cádiz tiene que subsistir y, por supuesto, protegiendo su imagen, que es algo esencial. Tranquilidad, tiempo al tiempo.
Carlos Medina
Director