Su palco se quedó vacío, pero nuestros corazones seguirán llenos con su cariño y sus recuerdos

El viernes 28 de abril fallecía Pepi Saucedo Lago, tras una rápida y cruel enfermedad. La inesperada noticia provocó un gran sentimiento de pesar en todo Conil, en La Janda y, especialmente, entre sus  familiares e innumerables amistades.

Pepita era todo corazón, madre y esposa ejemplar, una gran amiga que lo daba todo a quien se lo pidiera o necesitara. Una persona irrepetible para los que tuvimos el honor de conocerla y tratarla.

Se ha ido, en la flor de su vida, cuando era inmensamente feliz, así lo decía; feliz con su esposo, sus hijas, hermana, familiares y amigos. Supo hacer feliz también a los que le rodeaban como supo morir con la dignidad con la que siempre vivió.

Era cadista, una cadista de categoría, de las que quieren y animan al equipo de verdad. Su palco se quedó vacío y en su silla quedó la camiseta (foto) que, en un gran detalle, el Cádiz CF le puso con el nº 10 y su nombre, Pepi. Su fallecimiento provocó un enorme pesar. 48 horas después ‘su’ Cádiz le ganaba al Valencia, como si el equipo quisiera homenajear a su aficionada, la que tanto le animó y le aplaudió, desde su palco, rodeada de sus seres queridos.

José, su marido, la tenía y la tiene en un pedestal y ella lo sabía. A José, a sus hijas Tamara y Clara, a su hermana Adela, a sus cuñados Pedro y Juan de Dios, y a sus familiares y amistades, un fuerte abrazo. Los cadistas en el Cielo ya tienen a su madrina, aquí nunca la olvidaremos porque nuestros corazones siguen llenos con su cariño y sus recuerdos.  Gracias, por mucho, Pepita. Descansa en paz.

 

Carlos Medina